La Asignación por Hijo, que tradicionalmente percibían los trabajadores formales, se amplió de manera condicionada para niños y adolecentes de hogares con padres desocupados u ocupados informales. El programa otorga mayor equidad en las transferencias ya que incorpora a las familias de menores ingresos al sistema de Asignaciones Familiares. A su vez, el programa también incentiva la formación de capital humano, aspecto que contribuye a romper el círculo vicioso de la pobreza.
El documento toma algunos ejes problemáticos del plan y lo compara con el caso colombiano, mexicano y brasilero donde se aplican programas de similares características. En primer lugar debate sobre los criterios de focalización seleccionados para la implementación del plan argumentando que no todos los empleados informales se encuentran viviendo en condiciones de pobreza. Sin embargo, plantea que adoptar criterios de adjudicación del programa en las condiciones de pobreza, requeriría una evaluación exhaustiva y permanente sobre las condiciones de vida de la población con el riesgo de producir graves exclusiones. Destaca que la modalidad mediante la cual se ha focalizado la prestación de la asignación es simple, rápida y de bajo costo.
En cuanto a la cobertura, destaca que potencialmente la cobertura del programa superaría al 10% de la población total (5 millones de niños y adolecentes). Este alcance posiciona a la política como una de las más relevantes de la región. Los programas de similares características en otros países difícilmente superan el 5% de la población total (en Brasil alcanza al 5% de la población (Bolsa Escola), en Colombia al 4% (Familias en Acción) y en México al 3.4% (Progresa).
En cuanto al financiamiento de la Asignación Universal por hijo el documento discute sobre la procedencia de los fondos. De este modo analiza cierta volatibilidad de los fondos de la ANSES. Contrasta con las experiencias colombianas y mexicanas donde las fuentes de financiamientos provienen de organismos internacionales, argumentando que esto le quita sustentabilidad al programa a largo plazo. A su vez, calcula cuál sería la inversión necesaria para el financiamiento del nuevo programa teniendo en cuenta la transferencia proveniente del plan Familias. Finalmente destaca la necesidad de seleccionar fuentes de financiamiento más independientes del ciclo económico y determinadas democráticamente a nivel parlamentario.
Las pautas impuestas entre las condicionalidades son positivas en tanto que promueven la acumulación de capital humano entre los niños y jóvenes con miras a quebrar el ciclo inter generacional de la pobreza.
En cuanto a las transferencias, los montos establecidos por la AUH, superan ampliamente los otorgados por otros programas como El Familias o el Jefes y Jefas de Hogar, así como los de otros países de la región. Sin embargo plantea el autor que sería deseable avanzar sobre un sistema de transferencias que sea creciente con la edad del beneficiario; la evidencia muestra que esto minimiza el trabajo infantil. También deberían actualizarse las transferencias con algún índice de precios para que las mismas mantengan el poder adquisitivo en el tiempo.
Al implementar este tipo de programas, debe considerarse ampliamente las percepciones en determinados segmentos de beneficiarios sobre el trabajo infantil y la educación. Los estudios efectuados en otros programas de la región encuentran que parte de las familias más pobres atribuyen un valor limitado a la educación y no creen que el trabajo infantil sea perjudicial para sus hijos. Por lo tanto, estas transferencias condicionadas deben ser complementadas en determinados segmentos sociales con programas de concientización e intervenciones psicosociales encaminadas a cambiar estas percepciones.
Finalmente el documento incorpora en sus anexos los programas de asignaciones universales correspondientes a México, Colombia y Brasil.
[pdf]programas-de-transferencias-condicionadas-la-asignacion-universal-por-hijo-para-proteccion-social-en-argentina[/pdf]