Si bien es cierto que los niños padecen los efectos del cambio climático de maneras muy particulares y que su difícil situación se ve agravada por la pobreza y la desigualdad, sus voces y sus perspectivas respecto de estas cuestiones son raras veces escuchadas. Sin embargo, ellos aportan una visión única y soluciones innovadoras para abordar este fenómeno. En este contexto, es fundamental que se les otorgue una voz y que estén completamente involucrados en el diseño y la implementación de medidas que buscan combatir el cambio climático, aprovechando su perspectiva, creatividad y experiencias únicas.
De acuerdo al planteamiento del artículo, la vulnerabilidad de los niños ante los efectos del cambio climático puede plantearse a partir de un enfoque multicausal, tomando en cuenta los siguientes aspectos:
- La exposición al riesgo; es decir, el grado en que los niños viven en lugares expuestos a sequías, inundaciones, fenómenos meteorológicos extremos y aumento del nivel del mar. Según recientes estimaciones de UNICEF, 160 millones de niños viven en zonas propensas a la sequía y otros 500 millones viven en zonas con riesgo de fuertes inundaciones y tormentas.
- La vulnerabilidad ante peligros ambientales debido contextos socioeconómicos, la falta de recursos, la pobreza y la marginalización. Las familias que carecen de bienes, de un ingreso adecuado, de una vivienda o de infraestructura de protección, o bien de acceso a los servicios básicos, a una alimentación adecuada y al agua limpia se enfrentan a los mayores riesgos relacionados con el cambio climático.
- Finalmente, se puede relacionar con el momento generacional: los niños de hoy y las generaciones futuras se llevarán la peor parte del efecto de los impactos medioambientales, cuestión que traerá aparejada una injusticia intergeneracional sin precedentes.
Todos los niños se sitúan en una u otra de estas situaciones, pero aquellos que viven en las condiciones más extremas de pobreza y en los lugares más expuestos son los que enfrentan los mayores riesgos. Estos jóvenes, lejos de ser sólo víctimas pasivas, constituyen también agentes de cambio y -muchas veces gracias al apoyo de sus cuidadores y de su comunidad- han demostrado constantemente su capacidad para idear soluciones en el ámbito local, para participar en diálogos globales y para contribuir en pos de un futuro seguro y sustentable.
Este artículo expone la importancia de impulsar y apoyar la participación de niños/as y jóvenes en acciones que minimicen los impactos del cambio climático; y presenta algunos casos de estudio y mejores prácticas de activismo juvenil en esta área.