La reclusión forzada por la pandemia del Coronavirus que muchos países han decretado en el marco de la emergencia sanitaria mundial actual, obliga a reformular prácticas y pautas en el seno del hogar. En otras circunstancias, es habitual que el vínculo durante la semana entre padres e hijos de sectores medios y urbanos tenga una duración acotada y circunscripta a los momentos de reencuentro del día, que en general comienzan por la tarde. Sin embargo, la cuarentena produce cierta “eternización” del domingo, convirtiendo dicho encuentro en diario y permanente.
Esto impone extremar esfuerzos para que el mayor tiempo en familia no deteriore los vínculos entre sus integrantes ni refuercen pautas de conducta que en otro contexto lucen más invisibilizadas y esporádicas, lo que puede llevar a naturalizarlas. En Equity for Children hemos insistido siempre en que el derecho de niños, niñas y adolescentes a una convivencia familiar y comunitaria no puede poner en riesgo las condiciones mínimas para que puedan permanecer en sus hogares. Así, deben denunciarse inmediatamente casos de violencia o maltrato que comprometan la salud emocional y física de niños y mujeres, quiénes son habitualmente los principales destinatarios de estas violencias. Es deber de los Estados, además, institucionalizar la contención a las víctimas de estas violencias, creando dispositivos de denuncia frente a un aumento desproporcionado de casos, como el que, por ejemplo, hoy caracteriza al distrito más habitado de Argentina pero que bien puede representar a muchos de otros países.