El día 11 de febrero se celebró por sexta vez el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015.
Se trata de un doble reconocimiento. Por un lado, a la trayectoria de las mujeres que han contribuido a los grandes descubrimientos y avances científicos a lo largo de la historia y que no han sido justamente valoradas por sus aportes. Por otro, es un reconocimiento de lo mucho que aún queda por hacer para que exista equidad de género en la ciencia.
Según datos de la ONU, en la actualidad, menos del 30 por ciento de los/as investigadores científicos/as en todo el mundo son mujeres. Este porcentaje se relaciona con estereotipos de género que pesan sobre las mujeres desde su niñez, alentando a los niños a interesarse en la ciencia mucho más que a las niñas, especialmente en campos como el de la matemática, la ingeniería y las TICS (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones).
Las profesionales mujeres reciben peores salarios que sus compañeros varones por el mismo trabajo, tienen en proporción puestos de menor jerarquía y perciben mayores obstáculos para obtener reconocimiento. A su vez, desigualdades como el tiempo dedicado a las tareas de cuidado repercuten sobre sus oportunidades profesionales, lo que se ha acentuado en el marco de la pandemia de Covid-19. Esto debe ser atendido, especialmente cuando según estimaciones de la CEPAL la participación femenina en el mercado laboral de América Latina experimentará un retroceso de más de 10 años.
Desde Equidad para la Infancia sostenemos que es fundamental trabajar sobre las desigualdades que resultan en un acceso desigual de las mujeres a la producción de conocimiento y alentar a las niñas a elegir sobre sus intereses con la misma libertad que los niños, confiando en su inteligencia tanto como ellos.