Jan Vandemoortele argumenta que para romper el ciclo de la pobreza general es preciso atender a la infantil. El autor discute que el crecimiento económico sea la clave para lograr mayor inclusión social e insiste en que la inversión en infancia es la forma más efectiva y eficiente de alcanzar mayor equidad.
Discute el hecho de que el crecimiento económico sea la forma más eficiente de reducir la pobreza. Al contrario, en ocasiones este proceso puede tener efectos dramáticos, es decir, ser empobrecedor. En la medida en que el crecimiento dista mucho de ser una panacea para reducir la pobreza, el artículo sugiere que se requiere ensayar estrategias alternas. La premisa central del autor es que ninguna estrategia será más efectiva y eficiente para combatir la pobreza que la que otorga un buen comienzo en la vida a cada niño y niña.
El argumento que sostiene esta premisa es que la pobreza infantil perpetúa la general. Por ello, el autor utiliza la metáfora de que invertir en niños es equivalente a sentar los cimientos para una casa estable y fuerte. Invirtiendo en niñez se generan efectos de transmisión en cadena equitativos a través de la sociedad y la totalidad de la economía. Este procedimiento no sólo reducirá la pobreza sino que, fundamentalmente, generará equidad, y un crecimiento económico sostenido. El autor señala que este esquema es factible en todos los países, aún incluso, en los menos desarrollados.