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La salud emocional de las infancias y adolescencias durante el período de confinamiento es un aspecto invisibilizado en la mayoría de los países que han impulsado medidas de distanciamiento social frente a la pandemia del COVID-19. A la pérdida en sus tradicionales ámbitos de socialización (clubes, plazas, escuelas) la reclusión en la casa y el distanciamiento físico obligado con sus lazos afectivos más inmediatos (amigos, familiares, docentes) implica trastornos de ansiedad y ocasiona perjuicios emocionales que, especialmente en las infancias, no siempre son fáciles de detectar.
En ese sentido, la Sociedad Argentina de Pediatría desagrega en 3 las diferentes etapas por las cuales han atravesado niños y niñas todo este período: desde un primer momento donde la cuarentena suponía una novedad y la sensación por entonces era “vacaciones a la fuerza” con la alegría por compartir más tiempo con los padres, a una segunda donde predomina la incertidumbre por lo desconocido y todo lo que ello implica (escolarización en entornos virtuales, principalmente), hasta llegar a una tercera etapa donde el entramado social queda totalmente desarticulado, lo que genera distintas inhibiciones y regresiones.
Desde Equidad para la Infancia insistimos en visibilizar estas problemáticas, que no son laterales en el efectivo resguardo sanitario que los países deben impulsar, especialmente cuando abreva la incertidumbre sobre la duración del confinamiento y se conceden excepciones para el desarrollo de algunas actividades. Estos aspectos han sido abordados en el webinar Cuidados, salud y equidad. Pandemia y niñez en América Latina que organizamos entre Fundación Arcor y Equidad para la Infancia.
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