Tras los logros alcanzados en el marco de los pasados Objetivos del Milenio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que durante 2015 casi seis millones de niños murieron antes de cumplir 5 años, y que aproximadamente 45% de las muertes infantiles están asociadas a problemas de malnutrición.[1]
Frente a este panorama, es aún es necesario garantizar y mejorar la atención niños y niñas desde los primeros años, pero también a sus madres. Atención vitalicia a la salud, es la demanda para reducir la mortalidad.
Frente a las nuevas metas globales, la OMS alerta que casi la mitad de los fallecimientos de niños/as menores de 5 años, ocurren durante los primeros 28 días de vida y la gran mayoría de ellos se producen en países en desarrollo con acceso escaso a la atención de salud.[2]
Estrategias de prevención
Para la OMS, hasta dos tercios de fallecimientos de recién nacidos pueden evitarse si se aplican medidas sanitarias conocidas y eficaces en el parto y durante la primera semana de vida.
En este marco, se plantean cuatro intervenciones eficaces y asequibles:[3]
- Cuidado domiciliario apropiado y tratamiento oportuno de las complicaciones en los recién nacidos;
- Atención integrada a las enfermedades infantiles en todos los menores de 5 años;
- Programa ampliado de inmunización;
- Alimentación del lactante y del niño pequeño.
Finalmente, destacan que estas estrategias deben ser complementadas con intervenciones dirigidas a la salud materna y la atención cualificada durante el embarazo y el parto.
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