A partir de la publicación del informe “Infancia y desigualdad habitacional urbana en América Latina” elaborado por el equipo de Equidad para la Infancia para la Oficina de América Latina y El Caribe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF LACRO), Diego Born presentó algunos de los resultados más relevantes del estudio y algunas estrategias y herramientas abordadas para el monitoreo de las condiciones de vida de la infancia urbana en la región.
El Informe muestra que la niñez con mayor precariedad habitacional en América Latina tiene a su vez peores resultados en la garantía de otros derechos como a la salud y educación. Destaca una sustancialmente mayor precariedad habitacional entre niños, niñas y adolescentes (NNyA) con relación a los adultos, especialmente aquellos que viven en hogares sin NNyA.
Por otra parte, Born planteó una propuesta de análisis sobre las condiciones de ocupación de adolescentes y jóvenes que problematiza y contribuye a la desestigmatización de la población que se ha denominado “Ninis” (adolescentes y jóvenes que ni estudian ni trabajan). A partir de un análisis de Vulnerabilidad Educativo-Laboral, desarrollado en 15 países, presentó datos que evidencian las características ocupacionales de este grupo poblacional en relación con sus condiciones habitacionales.
Entre los hallazgos de la investigación, se destaca que el 80% de esta población denominada “Nini” son mujeres adolescentes y jóvenes que están invisibilizadas del universo de la población laboralmente activa, al estar ocupadas en trabajos no remunerados domésticos y de cuidados. En el caso de los varones adolescentes y jóvenes que quedan por fuera de las mediciones tradicionales que conforman el grupo que «no estudian ni trabajan», el informe muestra que muchos de ellos, especialmente quienes no terminaron la educación media, está empleado en el sector informal.
Estas realidades invisibilizadas en las mediciones tradicionales sobre adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, impiden tener una visión pertinente sobre esta población, lo cual contribuye a reforzar estereotipos negativos que les identifican con características de apatía, vinculación con grupos al margen de la ley, entre otras características discriminatorias.
Estas mediciones también muestran que la cantidad de niños y adolescentes viviendo en situación de precariedad habitacional en el espacio urbano es equiparable, al total de población infantil que habita en el espacio rural. Más aún, al analizar el acceso a distintos derechos, en muchos casos, la desigualdad intraurbana (entre niños y adolescentes con y sin precariedad habitacionales) es mayor o similar a la clásica desigualdad rural-urbana. Esto a su vez, permite reconocer la dimensión de las privaciones de los grupos de niñas, niños y adolescentes más vulnerables, a partir de evidencia pertinente para la toma de decisiones públicas más apropiadas.
Los estudios presentados fueron elaborados con base en fuentes regionales: Multiple Indicator Cluster Surveys (MICS), encuestas de hogares (DHS) y bases de datos de SITEAL – UNESCO. Estas encuestas ofrecen la ventaja de tener información estandarizada y comparable entre los países latinoamericanos, aunque tienen la desventaja de que su posibilidad de desagregación es limitada, por lo cual no se pueden analizar territorios concretos. Para el análisis es posible desagregar datos por áreas metropolitanas y otras zonas urbanas, o bien realizar algún tipo de aproximación a partir de la clasificación de los conglomerados seleccionados en la muestra, de acuerdo a la información disponible.
Algunas preguntas de la audiencia:
¿Cómo hacer mediciones desde el enfoque de curso de vida aplicadas a categorías de bienestar y equidad?
El tema de las condiciones habitacionales es transversal a todos los grupos de niños, niñas y adolescentes. Existen otros temas que sí se asocian al ciclo de vida, como la nutrición focalizada en los más pequeños, el acceso a información sobre salud sexual y reproductiva entre los adolescentes, etc.
Lo que proponemos en nuestro estudio es analizar la asociación entre condiciones habitacionales y estos otros temas, considerando a la primera como «variable independendiente», lo cual permite un acercamiento a la equidad. Claro que este acercamiento se puede realizar a partir de otras variables, como la pertenencia étnica, la ubicación geográfica o la distribución de los ingresos.
¿Cómo han logrado hacer incidencia con esas mediciones y con qué actores han trabajado?
Estos resultados se han presentado en la Conferencia de Hábitat en Quito en 2016 y han contribuido a poner de manifiesto la importancia de analizar la situación de la infancia al interior de las zonas urbanas, complementando la clásica dicotomía rural-urbano.
En los últimos años, el tema ha ganado espacio en las agendas de investigación y ha disparado una serie de estudios con mayor grado de especificidad. No obstante, más allá de lo que pueden aportar las encuestas a hogares, es difícil hallar información oficial que permita analizar este fenómeno.
¿Qué tipo de indicadores permiten la evaluación de lugares públicos destinados a niñ@s y adolescentes?
En las encuestas estandarizadas al estilo MICS o DHS aún no se incluyen módulos específicos al respecto.
Sin embargo, algunos países en sus encuestas a hogares de condiciones de vida han empezado a incluir preguntas sobre disponibilidad, accesibilidad y uso a espacios públicos de tipo recreativo (espacios verdes, juegos infantiles, espacios deportivos).
¿Cuáles serían algunos indicadores de trabajo infantil y sus determinantes o causas?
Existen distintas definiciones para el trabajo infantil.
UNICEF ha desarrollado un módulo que se aplica en las encuestas MICS y en algunas DHS, donde el trabajo infantil (entre 5 y 14 años) se vincula a la cantidad de horas trabajadas, tanto en trabajo remunerado como en tareas domésticas, de acuerdo a la edad.
Los países en general tienen sus propias estimaciones de trabajo infantil, basados en el marco provisto por la OIT. En algunos casos, como Panamá, por ejemplo, la definición se circunscribe a la participación en el mercado de trabajo. En otros casos, como Argentina, la clasificación del trabajo infantil procura capturar también actividades por fuera del mercado de trabajo convencional.
Este tipo de mediciones no son contradictorias, sino que se complementan (la de UNICEF, por ejemplo, tiene la ventaja de ser más simple y permitir la comparabilidad entre países).
En cada uno de estos estudios se analiza la magnitud del trabajo infantil y su relación con distintos determinantes (pobreza monetaria, educación de los padres, tipo de área, etc.) así como su efecto sobre otras áreas del bienestar, especialmente la asistencia escolar.
Más recursos:
Presentación (ppt): Experiencias de medición y monitoreo regional
Ciclo de Webinars: La infancia como indicador de calidad de vida en contextos locales
UNICEF LACRO (2016): Infancia y desigualdad habitacional urbana en América Latina